el cigarrillo no calmaba la ansiedad, y el alcohol no hacía callar esa voz interna. la noche era más oscura con el paso de las horas y su pulso era cada vez más débil. no había mucho más por hacer, se sentía vencida y derrotada. ya no tenía fuerzas, ni esperanzas, ni ganas. cada nota que salía del reproductor era como una puntada en su corazón. la soledad terminó por enloquecerla. empezó a confundir formas y colores... sin saber cómo se imaginó cerca del océnano. lo veía muy nítido, era de ese azul profundo; ni verde, ni celeste, ni turquesa, era azul. las olas la invitaban, y ella se dejó caer sobre él...
las cortinas en su cuarto ondeaban con el viento frío de la noche, la ventana permaneció abierta, el cigarrillo se terminó por consumir solo apoyado en el cenicero, los hielos en el vaso se hicieron agua, y se mezclaron con el whisky... visto desde arriba, su cuerpo parecía una figurita de contorno colorado pegada al pavimento.