el problema cuando te vas es lo que queda...
despedirme es lo suficientemente lastimoso como para tener que convirir con tus manías, con tus presencias, con tus recuerdos...
te vas, pero el hundimiento en el costado del sillón donde nos sentábamos a pasar las tardes de frío no desaparece por mucho que intente cambiarle la forma. la pared contra la que nos acomodamos tantas veces sigue ahi y me mira burlona. el antojo insaciable de brownies a la tarde ya no se aplaca.
el vacío de mi vida hoy no se llena con nada