no era culpa de la radio, y sin embargo ella descargó un golpe con la mano abierta sobre el aparato, y unas palabras poco gratas al locutor. claro que no tenía nada que ver una cosa con la otra, pero eran los únicos testigos que le hacían compañía por esas altas horas de la noche.
cada canción lenta le rompía más el corazón. había guardado el amor adentro tanto tiempo que había explotado en miles de pedazos que ahora la invadían como pequeñas astillas esparcidas por todo el cuerpo.
no se permitía pensar. sin embargo las ganas de llorar eran más fuertes que nunca. más que cualquier otra cosa, más que el tiempo malgastado, más que las mentiras, lo que le molestaba era saber con certeza (porque sabía) que él ahora se estaba divirtiendo y que por ningún motivo estaba pensando en ella.
quería hablarle, pero no tenía nada para decirle. todas las ideas le venían juntas a la cabeza, pero ninguna era lo suficientemente lógica para ser pronunciada.
una noche más se deshizo frente a sus ojos... las horas pasaron libres de eventos como lo habían hecho los últimos días... él nunca supo de las lágrimas silenciosas... ella se fue a dormir con la salida del sol sin sospechar que cuando él cerró sus ojos, la recordó y le deseó dulces sueños.