no quisiera admitirlo, pero sé que estoy creciendo
(por no decir envejenciendo, no de vejez, sino de adultez)
me doy cuenta de que a veces me preocupo un poco más, y disfruto un poco menos. pienso más antes de hacer algo, y la espontaneidad no se arrebata de mi cuerpo tan seguido. evalúo situaciones, caras, ideas y consecuencias. el alcohol y yo seguimos siendo fieles en las noches de salidas, pero ahora lo tomo porque lo disfruto y no porque sea el condimento que necesita mi locura para despertarse -mi locura se despierta poco-. la gente que tengo cerca es menos que antes, pero vale mucho más, me río menos también, pero lo siento en serio.
un balance ni tan bueno, ni tan malo...
sin embargo algo me perturba y es que últimamente me repito demasiados "y si" y me quedo con las ganas, cuando antes era a la que siempre había que decirle "te lo dije".

(prefiero arrepentirme que quedarme con las ganas)