hablábamos de los temas más superficiales para disimular las ganas de besarnos.
te preguntaba de tu vida, y tus pasatiempos, mientras vos tratabas de escurrir tus manos entre mis piernas.
no tardamos mucho en perdernos en un remolino de sensaciones y suspiros agitados, y aunque no era el momento ni el lugar adecuado, nos dejamos llevar.
lejos de ojos prejuiciosos, volvi a ser para vos esa que alguna vez inventé para convencerte de perderte en mis brazos. mi alterego me cambia, y te convence, y entonces no hay conciencia, ni razones, y soy tuya.
te quise nuevamente por esos escasos minutos que duró nuestro encuentro...
que no hay dos, sin tres...
...dicen...