me acosté en mi cama a mirar el cielo
-raso, obvio-,
y pensé en vos.
porque ese era nuestro momento más íntimo,
cuando nos contábamos sin miedo todos nuestros secretos;
vos, mi techo, y yo.
me acordé de la cantidad de tiempo que hace que no estas en mi cama,
ni yo en la tuya,
y en lo mucho que me gustaría que la distancia entre nosotros se acorte.
pero la última noche fue nefasta,
al punto tal que todos sus momentos fueron suprimidos y no los recuerdo.
pero como siempre digo:
nos merecemos una despedida perfecta,
por eso sé que cualquiera de estas noches
seguramente te vuelvo a cruzar.