que todos los excesos son malos, dicen.
como el exceso de alcohol, que se satura en tu sangre, y te desinhibe al punto de hacer cosas que nunca harías
-o que en realidad secretamente siempre quisiste hacer-.
o el exceso de comida, pecado capital: la gula. comer sin hambre, porque el solo hecho de comer te da placer.
también esos excesos en los que nunca pensamos, como cuando sobra la soledad y la rutina te mata;
o exceso de vos, de verte, de tocarte, de sentirme llena de tus besos,
y extrañarte, cuando ni siquiera te tengo.
dicen que los excesos son malos, pero no sé si algo tuyo podría, alguna vez, estar de más.