nos ve llegar, y cambia de color. vos te ponés contento y me decís "mirá, esta verde". lo decís con orgullo, como si el cambio de luz del semáforo fuera un mérito propio tuyo, y pasamos de largo sin frenar. yo te sonrío. no sabés que por dentro lo único que quiero es que el semáforo esté en rojo y frenar ahí, y que se frene el tiempo. y quedarnos en la calle, en el auto, donde todo es perfecto llenándonos de besos.

presente perfecto

te quiero. 

mucho.
mucho.
mucho más.
más...
con puntos suspensivos, sin punto y aparte, porque sigue siendo más, y sigue creciendo.
entonces, etc.
soy (me haces) feliz.
me doy cuenta porque no puedo escribir,
porque no puedo imaginar,
porque no hay una sola cosa tuya (nuestra) que quisiera cambiar; 
o tal vez sí,
como que me dejaran despertarme hundida en tu abrazo,
o que podamos desayunar un nesquick juntos a la mañana,
o que nos pudiéramos escapar por unos días a la playa, y ver el mar desde la cama resguardados del frío del viento del invierno.
pero no escribo, porque me rebalsa el cuerpo del amor que siento, y te empapa, te moja y te llega de mil maneras que no son en palabras; y me vacío. hasta que por unas horas no te veo y me vuelvo a llenar.
pero a veces no estás, como ahora, que faltan 72 horas para que vuelva a verte, y ya tengo tanto amor adentro que tengo que escribir, porque si almacenara todo este amor, al verte te ahogarías, y tendría que rescatarte, y tendrías que quedarte para siempre conmigo.
para siempre, y colorín colorado.