desde que era chica mi mamá siempre me decía (y le decía a los demás refiriéndose a mí) que yo no conocía el miedo, que siempre miraba a la vida a los ojos, y que ni aunque se me presentara el mismísimo diablo yo flaquearía. yo me sonreía y me sonrojaba. solía estar secretamente orgullosa de esto, no porque nunca sintiera miedo, que de hecho, a veces lo hacía, sino de que el mundo pensara que no, de atreverme a enfrentar a quien o a quienes o a lo que se me interpusiera en mi camino.
hasta ahora.
que no hay un enemigo visible, que no sé contra quién combatir, que no estoy segura de qué armas emplear. y estoy paralizada, chiquita y asustada, frente a la inmensidad del futuro.
con vos a mi lado por ahora, y sin saber cómo hacer para frenar el tiempo, para que todo se quede así, perfecto, como lo sentimos ayer.
con miedo a seguir creciendo, a que la vida me aleje de las personas que más quiero, que las lleve lejos donde ya no puede escucharlas o sentirlas.
con miedo de no saber qué es lo que quiero, pero sabiendo que no quiero conformarme.
con miedo a la normalidad, a lo que se supone que debe ser.
con miedo a que pase el tiempo, y que al mirar para atrás solo haya arrepentimientos.