se nos acabó el tiempo, se nos gastaron las palabras,
hace meses que la paciencia está en su punto límite...
pero hasta hoy seguimos intentando, probando, tirando,
porque siempre nos dijeron que no importa si llegas,
que lo importante es intentar.
nos mintieron.
entonces, indefectiblemente me lo pregunté:
qué había en nuestro futuro,
qué buscaba yo en vos,
qué buscaba yo con vos...
siempre intenté imaginar un final diferente,
aunque en el fondo, los dos lo sabíamos

son días
no hay sol,
no hay compañía,
no hay respuesta,
ni solución,
ni consuelo.
son días que pasan...
después las cicatrices cierran.

es lo que siempre pasa:
la ironía de no saber querer lo que se tiene
hasta que se lo pierde;
el desafío de quebrar lo inquebrantable,
de hacer que se enamore el que solo busca compañía;
no saber apreciar la subestimada compañía de la soledad;
la ignorancia de creernos incompletos
porque nos falta lo que dicen que debería ser "nuestra otra mitad";
la mentira constante del amor eterno;
la risa burlona del tiempo
que arraza con todo lo que creemos perfecto
- y lo desgasta-;
el creer que la lágrima duele sin saber que duele más lo que no se llora
y queda encerrado en nuestra alma;
el reloj sin manecillas;
las melodías sin letras, y las letras sin melodía;
las palabras que nunca se dijeron y rebotan entre uno y otro pensamiento;
los susurros del viento;
la primera estrella;
el brillo del sol que envolvía tu cuerpo;
tu nombre que aparece por la noche entre sueños...
es lo que siempre pasa,
y yo ya no te tengo

como un pez fuera del agua,
así me sentí:
desubicada,
moribunda,
asficciada.
verte caminar de su mano me enfrentó a la realidad de mi mano vacía.

no me di cuenta de que el tiempo avanzaba más lento,
ni de que los brillos se fueron decolorando.
no me di cuenta cuando las conversaciones se tornaron triviales, y tus manos se iban alejando.
cuando lo supe fue tarde.
no había vuelta atrás.
hacía ya mucho tiempo vos te habías ido.

digo que la culpa fue tuya,
aunque probablemente haya sido mía,
siempre es mía...
y también del destino,
y de sus caprichos y sus ironías.
nunca quise perderte
pero te fuiste justo cuando empezaba a quererte.
sé que lo dije muchas veces,
pero cuando realmente empezaba a sentirlo,
te quebraste.
el tiempo ya se había colado entre nosotros,
y ya todo parecía dicho.
así que te fuiste.
yo me quedé sentada viendo por la ventana como tu auto doblaba la esquina.
mis labios temblaban, y el te quiero que venía desde lo más rojo de mi corazón no tuvo un oido ajeno que lo escuchara

el verano se acerca, y extraño tu voz temprano en la mañana.
extraño cosas extraordinarias de vos,
pero lo que más me hace falta son las cosas cotidianas:
la forma en que tus manos y mis manos siempre se tocaban,
la alegría que me llenaba por el solo hecho de saberte mío,
que te acordaras de poner las dos cucharadas de azucar en mi chocolatada.
es mucho lo que me falta de vos,
pero son esas cosas, los detalles,
las intenciones sutiles de complacerme en cada mínimo capricho,
y que supieras cuales eran esos caprichos
lo que hace que tu recuerdo siga intacto en mi mente,
y tu lugar siga vacante en mi corazón

Tengo miedo que vuelvas enfurecido y lleno de rabia a buscar en mí lo que me robé de vos antes de irte, todos tus recuerdos, las mil sonrisas, el color de tu mirada. Entonces quedaría vacía, más inherte que las muñecas de piel de porcelana que colecciono sobre la cabecera de mi cama.

invento que es el alcohol,
que el ron me corre por la sange,
que la música está muy fuerte y me aturde,
que todo eso combinado me confunde.
y en realidad sos vos,
vos y tu cuerpo,
vos y tu pelo desprolijamente perfecto...
no hay excusas,
y me tiemblan las piernas y todo el cuerpo,
tengo miedo, y me paralizo
y es el vértigo
esa sensación de pánico y deseo de saltar al mismo tiempo...
y salto al vacío sintiendo el viento frío que golpea mi cara para acabar en el refugio de tus brazos y escondernos de todos aquellos que podrían juzgarme y acusarnos.

te extraño desde la primera noche que te vi hace cuatro años, y mucho más desde la última noche que te vi, hace dos meses.
creo que nunca voy a dejar de extrañarte, aunque suene exagerado, es por ser fatalista.
y no sos solo vos, sino vos conmigo, y yo con vos.
extraño que mi risa suene dulce y complaciente, que mis ojos brillen de felicidad, que mi sonrisa sea plean y real, y no fingida.
extraño que con un roce cada centímetro de mi cuerpo sienta cosquillas y se me ponga la piel de gallina, y también la ansiedad incontrolable antes de poder verte.
extraño ese tiempo en que el amor significaba alegría.
extraño esos días juntos, cuando el amor no dolía.

Era magia, pero nunca lo supiste.
Estaba mucho más allá del sentimiento humano del amor,
era más real, más intenso, más pleno.
Era amor, pero era magia,
era algo así como un amor mágico, de esos que uno piensa que solamente puede encontrarse en cuentos y vivirse en fantasías.
Ahora no queda nada.
Nada de nada.
Solo recuerdos que son mitad reales, y mitad producto de mi imaginación.
Se mezcla en mi mente lo que pasó, y lo que quería que pasara, o lo que no hubiese querido que pasara nunca.
Estoy tan lejos de tu adios, como de vos,
y sin embargo hoy al pensar en vos, y en tu nombre algo adentro me hierve, y la piel me quema, y el corazón se me retuerce un poco.
Algo así como esa sensación de volver a probar un sorbito de café después de haberte quemado y ampollado con el primero.
Pero lo sé: el que quiere celeste que le cueste, dicen...
Nada que alguna vez no duela vale la pena.
Así que acá estoy, conviviendo con los ecos de tu recuerdo,
y reinventando en mi mente el sonido especial de tu risa.