Volví a esperar de vos lo que nunca supiste darme. Te dije que ya no me conocías más, y te invité a re-conocerme. Quise despedirme de vos y de ese sueño que quedó para siempre inconcluso. Pero vos, seguís siendo vos. Vos no cambiaste, no creciste, no mutaste. Sos el mismo que siempre ame, el mismo que siempre odie. Hasta la próxima vida desconocido.

Yo te elegí para siempre, vos elegiste para siempre no estar más conmigo. 
Cada uno hace con su eternidad lo que quiere.

Quiero ser magia para vos. 
Quiero ser diversión, incertidumbre, misterio. 
Quiero que me tengas y que quieras más. 
Quiero faltarte y que me reclames. 
Quiero que brillemos a la par, disimulando frente a los ojos de todos los demás.

Elegí tus ojos, incompletos, de a pedazos, rojos, para mirarlos toda la vida. Tus ojos y tus pestañas que llegaban hasta el cielo, como mi amor. Podría haberme pasado la vida colgada de tu mirada. Pero elegiste irte y dejarme a oscuras. Sin imaginar que mi brillo iba a ser mil veces más fuerte que el destello de tus ojos. Soy mi propia luz, ya no te necesito alumbrando mi camino.

Te veo y todo se me pasa. 

Se me pasa la angustia, las dudas, el sueño, las horas. 
Se me pasa el dolor, la soledad, los días. 
Te veo y se me pasa la vida.

Con vos no quiero tener cuidado, ni tener razón, quiero perderla mientras me comes la boca y nos abrazamos rompehuesos. Quiero olvidarme del reloj, las contras y los peros, y secuestrarte por horas mientras se nos desgasta el cuerpo. Quiero esconderme para siempre hundida en tu abrazo y dejar que tu perfume sea mi aire. Quiero bailar acostados y hacer el amor de parados. Quiero reírme a carcajadas y contagiarte. Quiero pasearme provocativa y que me comas con la mirada mientras todos nos miran, pero nadie se imagina nada. 

El amor no es solo tu risa y tus ojos rojo fuego. El amor no es solo tus tiempos y tus caprichos. El amor no es solo los besos que te ruego.
El amor también soy yo, y mis descansos, yo y mis letras, yo y mis horas viendo la lluvia caer, que a veces pareciera que cae solo para mí.
El amor es mío, el amor soy yo.
Y vos; ya no sos nada.

Sentía merecerte. 
A vos y a nuestro amor perfecto: 
nuestro amor sin dudas, ni peros; 
nuestro amor sin matices, sin medias tintas, nuestro amor a todo o nada, pero a todo.
"Perfecto".
Demasiado.
Ahora entiendo que merezco la libertad que brindo, que merezco el doble del amor que ofrezco, que merezco risas y besos y futuros hipotéticos. 
Merezco poder soñar y poder contar mis sueños sin miedo. 
Merezco poder planear sobre futuros no tan inciertos. 
Merezco poder amar sin que me pongan frenos.

Gracias por el sacudón, el huracán, el abandono, la caída. 
Gracias por irte y dejarme librada a mi suerte, sólo así volví a encontrar mi verdadero valor. Solo así supe que era momento de salvarme a mí misma nuevamente.
Reencontré la fuerza que había dejado de necesitar porque me apoyaba en vos. Reencontré mi voz, que se había aplacado para susurrarte, y ya no para elevar mi grito de libertad. Reencontré todas las palabras que tenía guardadas en mi corazón, que estaba encadenado al tuyo. 
Me reencontré a mí misma, la de la risa fácil y el pelo despeinado, la de ojos soñadores y pies voladores, la de sentimiento rebelde y corazón amable. Reencontré mis letras, mis sueños, el baúl lleno de ilusiones. Me reencontré con los besos fugaces y las conversaciones histéricas. 
Incluso me reinventé, dejando atrás la que ya no quería ser.
Gracias por irte, y dejarme a solas conmigo misma. 

Deje ir al amor de mi vida, quien de una dia para el otro, y después de casi cinco años decidió que mejor ya no me quería. Y seguí, como siempre, hacia adelante porque no hay otra forma de vivir esta vida, que a veces es una fiesta y a veces es muy puta. 

Dejemos lo posible para los mediocres, para los conformistas. 
Nosotros seamos imposibles y que dure lo que tenga que durar.

No pude serme infiel a mi misma, y te dejé ir. 
Digo te dejé ir, asi como dice quien decide lo que va a pasar, porque en el fonde sé que de haber hecho algun berrinche todavía estarías acá conmigo, vos siendo infeliz y odiándome, yo mendigando amor.
Pero pude distinguir entre perder y dejar ir. Y yo no te perdí. 
Te abrí las puertas para que seas tan libre como siempre y saliste corriendo, escapándote de mi infinito, de mi inmensidad, de mi amor. 
Lo nuestro era enorme, y te dio vértigo. 
Hasta siempre, amor de todas mis vidas.

Mi infinito fue demasiado grande para vos que te conformabas con el cielo.
Te llenaste de miedos, o te vaciaste de amor, y te fuiste. 
La en eternidad en mis ojos era demasiado para tu presente. 
Escapaste del destino que era tu vida al lado mío. Escapaste de mi. Como si alguna vez hubieses sido prisionero. Como si la libertad que siempre compartimos no hubiera sido suficiente. Como si mi amor te hubiera asfixiado, aún siendo la única persona en tu vida que nunca reclamo nada.
Hoy en un presente lejano y distante, mis ojos siguen siendo un horizonte eterno, y mi sonrisa sigue brillando por si misma. 
Por que no eras vos, era yo. 
No eran tus ojos, ni su brillo, era yo que los hacía brillar y reflejar en ellos mi amor, no era tu sonrisa, era yo que era feliz y te contagiaba mi felicidad. No eran tus palabras, eran mis palabras y tus "yo también". 
No eras vos, nunca lo fuiste.
Era yo. Siempre fui yo. 
Y todavía lo soy, aún hoy sin vos.

Te odio porque no me mentiste, porque no me engañaste, porque siempre me trataste bien. Te odio por ser atento y cuidar de mi hasta el último momento. Te odio por darme miles de buenos momentos y por no tener ningún recuerdo malo. Te odio por todas las razones por las que todavía te amo.

Esperaba una epifanía, o un rayo de luz que me partiera al medio, o al menos un puñado de recuerdos en formato súper 8 que no me dejaran seguir con mi vida. 
Pero no hubo nada de eso. 
Ni nada de eso, ni nada de nada. 
Solo unas horas de llanto y al hecho, pecho. 
Me levanté al día siguiente y salí a patear la calle. Y seguí viviendo, sin dolor, sin pesadumbres, sin angustia. 
Seguí y punto.
Y conocí gente nueva, y besé labios desconocidos, y hablé idiomas que no comprendía. 
Y así todo, 
así mi vida, 
así hoy sin vos, pero igual a cuando estabas, o tal vez mejor, más libre, más tranquila, más segura. 
Qué raro haber pensado que sin vos me iba a morir y estar acá haciendo algo tan simple como vivir. Y sobretodo disfrutar; poder reírme con ganas, poder planear, proyectar, soñar, y no escuchar el eco de tus peros. Poder mirar el futuro sin dudas y sin temblores. Ya no hay cuerda floja, ni árboles que tapen el horizonte, ni vivo con el miedo de perder. 
Porque ya te perdí.
Es como algo que alguna vez leí por ahí, es la ventaja que tenemos las personas rotas, las personas dañadas:
ya pasamos por esto, y ya sabemos cómo sobrevivir.