hay días que escribo mucho,
porque vivir dolería demasiado

una vez quise tanto que todavía sangro.
pero como muchos que no aprenden la lección,
quiero volver a querer.

simulamos que no pasó.
que no me abrazaste durante tres horas seguidas,
que no besaste mis labios hasta desgastarlos,
que no esperé toda la semana para verte,
que no me aguanté durante 7 días las ganas de volver a hablarte.
simulamos que no pensé conversaciones profundas que olvidé cuando te tuve adelante,
que estar sobre tu costado no es mi lugar preferido en el mundo.
simulamos que vos no me usas, y que yo no te quiero.
que no queremos volver a vernos cuando tengamos oportunidad.
simulamos que no pasó,
que no no va a volver a pasar...

quiero volver al mar, pronto;
aunque vos no vuelvas.
sospecho que hay un final que merece ser cambiado.

quisiera ser un poco más como vos, un poco más fría, recuperar la armadura que alguna vez tuve. pero un día aprendí a amar, y un día aprendí a confiar, y a pesar del mal que me hicieron, sigo amando, y sigo confiando, porque sé lo lindo que es cuando se te retribuye.
al final, que bueno que no soy como vos, entonces envidiaría a alguien que tiene lo que yo tengo.

sería más poético si yo fumara y el cigarrillo se balanceara sobre mis dedos,
mientras en la mesa hay un cafe a medio tomar...
y si vos fueras el príncipe azul que viene a rescatar a la princesa de su suplicio.
pero no, vos sos un antihéroe,
y yo prefiero no dejarme salvar.

hace tantos años que nos conocemos, que cambiamos tanto que ahora no nos conocemos más.
cuando te conoci, yo amaba para siempre, y vos no sabías amar.
ahora, cuando de casualidad nos vemos,
nos decimos cualquier cosa, para no decirnos la verdad

intentas distraerme, pero igual quiero llorar.
estás conmigo, y me decís que te gusto.
yo ya sé lo que eso significa,
y no me imagino otra cosa;
no más.
pero estás conmigo y mientras me abrazas con todas tus fuerzas
me decís que te gusta mi piel, que soy suave,
y acaricias mi espalda con amor
(que no es amor).
y yo tímida dejo escapar palabras que te asustan,
pero igual no decís nada,
y me seguís abrazando.
yo intento advertirte sobre las tardes de domingo,
sobre el viento en el río,
sobre la cama revuelta,
que soy desordenada,
que pelo las uvas, y los gajos de mandarina,
que odio las semillas,
y que siempre me enamoro.
pero no puedo,
ya me voy, está amaneciendo.

traté de apagarlo, aunque después recordé que no se puede.
entonces, llena de furia, le arranqué las dos pilas, que quedaron girando sobre sí mismas tiradas en el suelo.
tuve que callar el reloj, tuve que asesinarlo.
el tic tac del segundero estaba haciendo eco en mi cabeza.
frené el tiempo, aunque en realidad no.
lo odio.
no solo marca el tiempo, sino también la distancia.
¿puedo medir tu ausencia en segundos?
no sé, no creo, serían demasiados.
millones.
no, miles de billones.
nunca entendí eso de los billones, nunca tuve cabeza para los números,
pero sé que son muchos, eso sí.
y ahora extraño el mar, la arena quemando mi cuerpo por debajo de la lona,
que tu cuerpo se recueste al lado del mío,
las noches perdidos por el alcohol,
las horas gastadas en silencio mirándonos los ojos,
los días comiéndonos los labios,
todo.
por lo menos el reloj se calló un rato.
igual que nosotros;
él también murió.

13 pasos, 13, claro.
y el último sonó como un estruendo que todavía me aturde.
creo que puede ser que el pavimento se haya agrietado un poco.
sigue siendo un juego.
pero yo ya no quiero jugar.

desperté, y ya no estabas...
no me quedó otra salida que empezar a andar...

no importa cuánto empeño le pusiera para alcanzalo,
el tiempo vuela.
y se fue.
y con él, vos.
corrí cuanto pude, y al final qudé exhausta, con el corazón acelerado, la respiración agitada y sola.
escribo, porque la memoria no suele ser fiel -vos tampoco-;
y no quiero olvidarte.
esconderme dentrás de tu recuerdo me permite mantenerme bajo la impunidad del abandonado.
algunos tratan de animarme,
pero si hay mal humor, no preguntan mucho, sonríen condescendientes, y se van.
mientras yo te extraño, y trato de transformar las cicatrices en palabras bonitas.

a veces ya no se puede disimular, se sabe cual es el próximo paso.
retirada obligatoria.
se siente el óxido en los labios.
pero yo jugaba a quererte.
por eso te pedi que te quedes solo un rato más, que me mientas.
que empecemos de nuevo, como sabemos, desde el principio.

tú amas, él ama, vosotros amais, yo ¿amo?
hay verbos que no sé si podré volver a conjugar alguna vez...

no me decidía entre llorar o reir;
entonces hice ambas...
y los minutos fueron avanzando hasta quedarme apaciguada...
ya no sabía lo que era la realidad, y me costaba entender la distancia.
que concepto tan absurdo!
la lejanía entre dos objetos, el intervalo de tiempo que transcurre entre dos sucesos...
el espacio físico entre vos y yo: incalculable.
el tiempo desde la última vez que acaricié tus ojos: eterno.
y entonces callé,
proque entendí aquello que en realidad nunca quise saber...