Nunca terminó, porque nunca empezó. Y así como venías, de pronto dejaste de venir. Yo siempre pidiendo que te quedes un rato más, vos sin entender que era mi forma más sincera de decir que te quería ahí conmigo, en mi cama, en mi domingo que antes nunca me gustó compartir con nadie, en mi vida. Vos tanta pasión, yo tanta ternura. Hablado dos idiomas distintos, sin decir nunca nada. Dejé de invitarte, de escribirte, de rogarte. Vos nunca hiciste acuse de recibo.
Pero nunca terminó, porque nunca empezó; porque nunca fue.