Esta noche la luz ilumina diferente, ilumina menos, casi está oscuro. Digo casi porque algo de luz debe haber para que tantas sombras se muevan tan ágilmente por la habitación. ¿Hace frío, o acaso esto que se siente flotando en el aire es aquello a lo que llaman soledad? Podría ser, porque el frío no duele, y lo que siento ahora duele, y pesa. Nunca pensé que una vida tan vacía pudiera pesar tanto. Cuando se le pone un nombre al silencio, cuando se llama de alguna forma al vacío, éste se empieza a llenar de significados...Permanecer acá, sin vos, comienza a dolerme. Tengo ganas de vos, ganas de verte. Ganas de tus caricias, de tus palabras. Ganas de esa mirada que me transporta, y que me calma, mi boca tiene ganas de tus besos. Mis besos te extrañan, te celan, y se aburren de ya no ser tuyos. Hoy se le restan motivos a mi felicidad porque no sé nada de vos. Pero más que nada, porque no te interesa saber nada de mí.
Estás lejos, y como para alcanzarte cierro los ojos, y me propongo dormirme, así tal vez, todo lo que no puedo decirte, lo repito entre sueños, a ver si mi pensamiento te alcanza y roza tu alma. Y tal vez sientas una brisa por tu nuca, que te de un escalofrío, y despiertes pensando que pasé por ahí, que te suspiré un “te quiero”, y que lo que soñabas, en realidad no era un sueño.
No asimilo el paso del tiempo. No me doy cuenta si es de día, o de noche. No camino, me muevo por inercia.
Todo lo que digo sale raro, y confuso. Pero el que pueda entender que entienda, que aunque te quiero, tengo que decirte adiós, porque nunca pudiste ser ese que imaginaba. El que quiera entender que entienda que aunque me duela, tengo que seguir otro camino, porque el tuyo no me lleva al destino que yo esperaba. El que quiera entender, que entienda que aunque no dejé de amar, me permití empezar a querer de nuevo, porque a veces terminar un capítulo es necesario.
Y a vos te digo que aunque me muera de amor, rompeme el corazón y andate, para salvarme, para salvarnos...